Nada externo en él lo hacia diferente, como escribió Franz Xaver Niemetschek, uno de sus primeros biógrafos, «no había nada especial en [su] físico. [...] Era pequeño y su semblante, excepto sus ojos grandes e intensos, no mostraba ningún signo de su genio». Su tez facial estaba picada, una secuela de la viruela que sufrió en su niñez.
Pero su genio musical superó todo lo imaginado en su época y en la actualidad. Cuando Wolfgang Amadeus tenía cuatro años tocaba el clavicordio y componía pequeñas obras de considerable dificultad; a los seis, tocaba con destreza el clavecín y el violín. Podía leer música a primera vista, tenía una memoria prodigiosa y una inagotable capacidad para improvisar frases musicales.
Podemos escuchar un fragmento de una de sus sonatas:
Y ver un busto del genial Amadeus Mozart.
Siguiendo con el tema de las maderas podemos aprender mas sobre los lutier, que hicieron los instrumentos que tocó Mozart en su infancia, a recordar: clavicordio , clavecín y el violín.
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